miércoles, 24 de abril de 2024



Inundación 

Miró por encima de su hombro y vio el torbellino de nubes, la visión la sobrecogió.

Se ató los cordones de las zapatillas para no perderlas y empezó a correr.

Unos pocos kilómetros la separaban de su rancho, enclavado a orillas del río; el camino escarpado hacía más difícil el trayecto. Cuando tropezó con las raíces de un árbol añoso, pensó que no podría volver a ponerse de pie, pero el estruendo que provocó la caída de un rayo, la obligó a erguirse y reiniciar la loca carrera.

A lo lejos, detrás de la densa cortina de agua, visualizó su vivienda.

Llegó jadeando y con el agua a sus tobillos. Entró, se trepó a la banqueta desvencijada, buscó con nerviosismo entre los libros, los manuscritos que había logrado reunir tras pacientes años de escritura. Al lado, en un pequeño cofre, guardaba los ahorros conjugados con la paga de su oficio de lavandera y el ruido de sus tripas cuando les mezquinaba comida.

Los tomó a ambos y cuando trataba de resguardarlos, el torrente tiró abajo la puerta, inundó la casucha y la lanzó al agua.

Se dejó arrastrar y sólo atinó a levantar los brazos para salvar sus tesoros.

Dos horas después, los rescatistas la encontraron enganchada en el tronco de un viejo algarrobo caído al barranco.

Uno de ellos se acercó, tomó entre sus manos el montoncito de hojas y el cofrecito. Su compañero quiso colocarle el arnés para izarla y en el momento que le ajustaba el cinturón, la sintió expirar. La miró con zozobra y le sorprendió ver la sonrisa en su rostro. Había triunfado, su obra estaba a salvo.

 

 

martes, 2 de abril de 2024

Homenaje a los caídos en Malvinas

 



Silla plegable

Se arrastró con una silla plegable bajo su brazo, se detuvo frente a la tumba que ahora tenía una identificación, desplegó el asiento y se sentó.

Doblada por el tiempo recuperaba la razón de vivir. Ahora sabía que debajo de esa sábana de mármol, dormía su hijo.

Le habló con voz queda, le dijo cuánto lo amaba, lo sintió cerca, lloró, rezó un responso, se persignó, se paró con dificultad, dobló la silla y partió con la convicción que ninguno de los dos olvidaría esa visita.