miércoles, 24 de enero de 2018

Como parido dos veces

Humberto nació en Jujuy, provincia del norte argentino, limítrofe con Bolivia. Tierra de montañas y quebradas no le dio, durante su infancia, la posibilidad de visualizar el mar.
Cuando cumplió dieciocho años fue de viaje de estudios a Mar del Plata; allí se enamoró de ese mar amarronado con playas doradas.
De noche, cuando sus compañeros iban a bailar a las diversas discotecas, él se quedaba solo, a orillas del mar, lo olía, lo tocaba, escuchaba su murmullo.
Tantas noches en comunión marítima lo llevaron a tomar una decisión: sería marinero.
Se alistó en la Escuela Naval y este fue el inicio de una vida plena. La única nube que aparecía en el horizonte eran los 2000 km que lo separaban de su familia y la añoranza de las largas conversaciones que tenía con su madre con quien los unía una relación muy estrecha pues él era el primogénito.
Así, comenzó a recorrer los mares, a realizar tareas de rastrillaje, a vivir el mar.
En una oportunidad, estando en Puerto Madryn, decidió tomar clases de buceo.
Se sumergió en las profundidades de esas aguas azules y se deslumbró con la visión de la fauna y flora marina. Se le despertó, el deseo de ser submarinista.
El haber vivido toda su infancia entre montañas le había dado a su carácter una impronta especial, era reservado y le gustaba permanecer en lugares cerrados.
Sus ojos siempre habían tenido el límite de la montaña incrustada en el horizonte y la permanencia en el submarino, lejos de provocarle sensación de encierro, le transmitía protección.
Amaba el mar y sumergirse en él era como entrar en éxtasis con el objeto de su pasión.
La última misión los había involucrado en la persecusión de barcos pesqueros extranjeros. Cuando se alistaban para partir, un llamado en el celular de Humberto lo alertaba que su progenitora había sufrido un infarto.
No lo pensó dos veces, pidió autorización y corrió a sacar pasaje para viajar a Jujuy.
Alcanzó a regresar al puerto en el momento en que el submarino partía para desaparecer para siempre. Esta vez el marinero no subió al barco.
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8 comentarios

  1.  Héctor Romero dice:
    Siempre es un placer leerte Galia. Un bonito relato, con esencia. Felicidades de parte del Literauta 127.
    Escrito el 17 enero 2018 a las 18:06
  2.  beba dice:
    Muy buena historia que incluye un doloroso suceso cercano. Excelente relato. Inesperado desenlace que incluye la frase obligatoria.Muy buena escritura.
    Escrito el 17 enero 2018 a las 23:49
  3.  yolareina dice:
    Hola Galia, primero darte las gracias por comentar mi relato. Muy bonita tu historia y un tema muy actual, suerte para este marinero que no subió.
    Escrito el 18 enero 2018 a las 16:44
  4. Piquillín dice:
    Hola Galia: Genial, pensé en escribir sobre el tema, pero me decidí por algo más romántico. Yo en el último párrafo hubiera puesto una referencia más directo para los desprevenidos; pero ésto es algo que hubiera hecho yo. Fue un placer leerte. Si podés pasate por mi historia estoy casi al final. Piquillín.
    Escrito el 18 enero 2018 a las 17:10
  5. Carmen Ramacciotti dice:
    Hola Galia. Estremecedor y brillante relato. Coincido con Yolareina, suerte que este marinero no subió.
    Te seguiré leyendo en la próxima.
    Escrito el 22 enero 2018 a las 13:28
  6. Hola Galia,
    Me gustó mucho tu relato. Gracias por tu visita al mío. Saludos.
    Escrito el 22 enero 2018 a las 16:03
  7. Otilia dice:
    Hola Galia,
    Gracias por leer y comentar.
    Tu relato me ha gustado y es un recordatorio a los desaparecidos en este desgraciado suceso.
    Solo es mi opinión y aunque es correcto no escribiría tan cerca progenitora y primogénito, utilizaría madre. Me pasa lo mismo con “visualizar el mar”, creo que estas palabras quitan fluidez al texto.
    Buen trabajo. Saludos.
    Escrito el 23 enero 2018 a las 11:38
  8. juan nadie dice:
    Hola Galia.
    Me gusta tu relato y creo que toca un tema sensible para tu país y para toda la gente sensible.
    Entrando en la construcción, no se si una coma en la segunda línea antes de ¨no le dio¨ favorecería el texto.
    Un placer leerte
    Escrito el 24 enero 2018 a las 07:2
    9. Ismael Tomas Perez dice:
    1. Hola Galia.
      Como siempre, disfruto leyéndote. Has desarrollado un tema desgraciado muy actual, y que no debemos olvidar, como casi no se recuerda ya el mismo accidente de un submarino ruso hace tiempo. Muy bien redactado y llega a emocionar. Un abrazo
      Escrito el 25 enero 2018 a las 15:14
      10. Osvaldo Vela dice:
      Hola Galia, te felicito por tu relato. me gustaron los primeros dos párrafos: ambos por lo corto de su extensión y lo mucho que comunican. En el primero describes su lugar de origen, y en el segundo su enamoramiento del mar: algo muy cerca del sentir de mi personaje narrador en el 157.
      Estos dos arraigos tan profundo a dos lugares tan alejados el uno del otro, lo llevan a una decisión de vida. Esta, la manejas muy bien. Y el haber decidido poer su madre hace a tu relato mas grande.
      te felicito y nos leemos.

miércoles, 10 de enero de 2018

Atrapada en otras redes









Le gustaba trepar con calma. Casi se diría que disfrutaba midiendo palmo a palmo cada centímetro de pared. El vértice del techo era el espacio ideal para tejer su telaraña. Pero unos ojos escudriñaban su deambular y oscilaban entre su renegrido andar y un zapato puntiagudo que descansaba en en el suelo...
Cuando llegó a la meta, sintió un fuerte zumbido y la distracción la tiró sobre la baldosa.
El zapato, en brusca caída siguió su periplo, cayó encima y la aplastó.
El destino había tejido una red diferente.

1er Premio en el III Concurso “Al calor de la risa” de Letras como Espada, Toledo, enero de 2018.-