lunes, 3 de abril de 2017

Memorias de un campo de batalla

A manera de homenaje: abril de 2017

-Me pregunto dónde estoy. No es mi dormitorio, no, si no veo colgado el afiche de mi club de fútbol. Ahora me recuerdo, sí, estoy herido en un hospital.
Yo no quería ir a la guerra, pero no me preguntaron; cómo iba a querer pelear si con dieciocho años sólo pensaba en hacer el amor y jugar al fútbol. Era tan lindo patear la pelota en ese potrero embarrado, quería ser como Messi, “¡ay Dios!, ya no siento las piernas”, patear la pelota con fuerza y dar de lleno en el arco, y la ovación de la gente haciendo la ola, “¡ay, ay, ay...!, y estos cables que me tienen prisionero”, y Messi, que me consideraba su discípulo. “Ahora tengo una punzada fuerte en el pecho y me laten las sienes y me quiero parar pero no siento mis piernas”, lindas piernas, sí, entrenadas para patear el fútbol, “¡ay!, no sé por qué tengo tanto frío si mi frente está hirviendo”, y hasta podría ir a jugar al Barce, si Messi es mi padrino, debería haberme escapado de ese camión que me trasladaba al aeropuerto y el sargento que me gritaba:- Vamos negro, subí, no me hagas perder la paciencia-; me entusiasmaba subir al avión que me trasladaría a Malvinas, yo nunca había volado y quería saber qué se sentía. Después volaría a Barcelona. Esta sería una prueba de fuego pero el fuego fue más que una prueba, si me dispararon cuando intentaba robar esa barrita de chocolate para acallar mis tripas, ¡tenía tanta hambre!, mis ojos eran sólo para el chocolate y no los vi llegar y cuando los tuve encima ya era muy tarde. Me di cuenta de que estaba herido cuando vi mucha sangre sobre la nieve y ya no pude pararme, ni siquiera entendía lo que me decían, si me hablaban en un idioma que desconozco y después se puso todo negro y sólo sé que me desperté en esta cama y “¡ay!, me duele todo y no me dicen cuánto tiempo estaré aquí” y Messi que se estará poniendo impaciente porque no llego pero le devolveré con muchos goles el tiempo de espera, de eso puede estar tranquilo “y ahora el cosquilleo y esa luz que se va apagando y me cuesta ver y las piernas, ¡ay, ay, ay!, que me estalla la cabe....-”

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