Vivencias
de la obra “Cositas buenas” de Paul Klee
Conqueror
(1930). Acuarela, 41.6 x 34.2 cm. Paul Klee Foundation, Kunstmuseum,
Berne, Switzerland.
El ocre cubrió la
página, se fusionó con la recta, se hizo cubo y bandera.
La vida se cercenó en
ángulos agudos y la guadaña se negó a sesgar el infinito,
encerrado en esfera o en medialuna gigante.
La
existencia se volvió acuarela y la flecha marcó el pasado mientras
la muerte refulgió el futuro; un anaranjado brillante dio sombra al
estandarte, puso perspectiva vital frente al siniestro personaje y el
amarillo abrió paso al azul de la eternidad y la vida sonrió y se
aferró a la esfera y la noche oscura se encendió en luna creciente
y apuntó a la trascendencia y allá abajo, mortal y solo, el cruel
fantasma se tomó para no caer de espaldas, para no volver al pasado
y ser devorado por el peso de la historia acompañada de muchos años
y el ocre fue pared, fue cimiento, fue mirada y reflejo, ocre, todo
ocre, muy ocre.
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