Ese verano, dos años atrás, fue muy diferente.
Cuando cumplí los nueve, el regalo fue ir a visitar a mis abuelos que
viven en Chile. Mis padres me pusieron en un avión a cuidado de la
tripulación y tras una hora y media de viaje, me pude estrechar con
ellos.
Estaban encantados con mi visita y me tenían reservada una sorpresa,
iríamos a visitar la casa del poeta. Mi abuela era escritora y quería
darle una impronta diferente a estas vacaciones.
Al tecer día de estadía, me dijo que me aprontara pues nos iríamos de viaje.
Así calcé mi pantalón nuevo, mis zapatillas también para estrenar y una remera celeste, los colores de mi club de fútbol.
Subimos al automóvil y noté un brillo especial en sus ojos, el abuelo sonreía con complicidad.
Cuando le pregunté a dónde nos dirigíamos, solo me dijo: «a la casa del poeta.»
Recordé así una estrofa que ella me cantaba para hacerme dormir:
“ El viento es un caballo:
óyelo cómo corre
por el mar, por el cielo.”
Después de una hora y media de viaje, yo dormitaba y me despertó el
grito de mi abuela pues había divisado el peñasco donde estaba la
vivienda. Efectivamente, habíamos llegado a Isla Negra.
Descendimos, nos dirigimos los tres hacia la entrada, mi abuela
apretó mi mano y me dijo: «esperé muchos años, Joaquín, demasiados para
visitar su última morada y ahora aquí, siento que no podré aguantar
tanta emoción.»
Entramos muy serios como la ocasión lo requería. En la sala de estar
los mascarones de proa empezaron a danzar frente a mis ojos y me sentí
en medio de una ciudad fantasma habitada por estos seres, algunos de los
cuales parecía salido del libro de mitología que leíamos en clase.
Cerré por un instante los ojos, pero al abrirlos todavía estaban allí. Algunos me daban miedo. Me refregué los
ojos muchas veces para ahuyentar la imagen pero se empecinaban en
permanecer, altivos y desafiantes. Si hasta me parecía que se burlaban
de mí.
De lejos, vi a mi abuela parada en el aposento junto a la que había sido
la cama de Neruda recitando el Poema 20. Desde atrás, un parlante
hacia el eco… “Puedo escribir los versos más tristes esta noche”…
Recorrimos palmo a palmo cada rincón de la casa y ya afuera, en el
jardín, vi a mi abuela arrodillarse y llorar frente a dos tumbas. Mi
abuelo la acompañaba de pie. El mar golpeaba el peñasco y rezaba un
murmullo de eternidad.
Yo me quedé alejado, con miedo quizás, la muerte siempre me genera ese sentimiento.
Ella regresó, me volvió a asir la mano y me dijo: «en este lugar, sabes,
duermen el amor y el genio; los apartaron, los quisieron silenciar, los
persiguieron, pero al final, los dejaron descansar en paz en el último
lugar que eligieron para estar juntos: él y Matilde, su último gran
amor.»
Solté su mano, corrí hacia esas tumbas frente al mar, las miré conmovido
y cuando leí el epitafio redactado por Neruda de manera premonitoria,
“Regresé de mis viajes. Navegué construyendo la alegría”, desde el fondo
de mi garganta salió un grito de despedida: « Adiós Poeta, adiós Don
Pablo.»
Cuánta emoción irradiaba esa abuela! Qué alma tan pura la del niño para dejarse invadir por ella!Y el reconocimiento al gran poeta americano en esa visita cargada de magia y ternura a su amada Isla Negra. Dan ganas de estar allí y sentir la presencia de su espíritu, todo poesía.
Gracias Galia.
Saludos.
Mucha emocion en tu relato, al principio pense que era autobiográfico, pero el protagonista es un niño.
Con respecto a este querido y entrañable espacio, soy optimista, quiero ser optimista.
nos estamos leyendo.
Gracias por leer y por el comentario tan amable.
Tu relato me ha gustado y se lee con fluidez.
Un bonito homenaje al poeta Neruda por medio del recuerdo de un niño.
Buen trabajo. Saludos.
Gracias una vez mas por pasarte por mi relato. Respecto al tuyo, siempre me encanta leerte. Ya me he acostumbrado un poco a los vocablos argentinos que al principio, recordarás, me costaban mucho. Me ha gustado mucho, es muy tierno y evocador. Para mi un solo fallos, a mi gusto, la repetición de la frase: parecia que se burlan de mi.
Como siempre “Genial”.
Un abrazo
Impecable tu relato y un excelente homenaje a un enorme poeta como fue Neruda. Gracias.
Muchas gracias también por comentar mi relato.
Felicitaciones.
Nos seguimos leyendo.
Espero que nos podamos seguir leyendo, siempre es un gusto.
Primero agradecerte tu comentario. Segundo, coincido con la reiteración comentada anterior y añadiría un “como” para marcar la comparación en:”y me sentí en medio de una ciudad fantasma”.
Por lo demás, es un placer leer tus relatos y éste invita a continuar en la próxima escena. Definitivamente muy conmovedor.
Un saludo.Nos leemos.
Frases que me gustaron:El mar golpeaba el peñasco y rezaba un murmullo de eternidad.
Aspectos a corregir si los encuentras que valen la pena, es tan solo mi comentario:miré conmovido y cuando leí el epitafio redactado por Neruda de manera premonitoria, “Regresé de mis viajes. Navegué construyendo la alegría”, desde el fondo de mi garganta salió un grito de despedida: « Adiós Poeta, adiós Don Pablo.» CONSIDERO QUE QUEDA INCONCLUSA ESTA FRASE, ¿SERA QUE SOBRA LA Y?
Al tecer día de estadía TERCER VA JUNTO, ERROR DE DEDO. CREO QUE NO SUENA BIEN DÍA Y ESTADÍA.
algunos de los cuales parecía salido PARECÍAN SALIDOS
SE USA LA PALABRA PARECÍA MUY CERCA Y NO SUENA BIEN: EN LA FRASE ANTERIOR Y EN ESTA parecían que se burlaban Y LUEGO EN ESTA Si hasta me parecía
Saludos
Muy lindo homenaje a Neruda! La relación abuelo-nieto siempre resulta en algo muy tierno y tu relato lo es. Me gustó mucho.
Leí en un comentario que sos argentina (por fin puedo poner el “sos” libremente jaja). Yo soy uruguaya pero vivo en México desde hace 6 años ya.
Espero poder seguir leyéndote. Soy la 137 por si querés leerme.
Saludos.
Siento el retraso.
El relato está bien escrito y se lee bien pero personalmente me falta algo de trama. Quizás si no hubiéramos sabido desde un principio adónde iban hubiera sido mejor, habrías jugado con la herramienta del misterio del viaje y la de la sorpresa final tanto para la niña como para el lector, de encontrarnos en la casa de Neruda.
Espero haberte ayudado con la aportación.
Saludos
saludos
En cuanto a tu texto, acumulo imagenes de otros comentaristas: cuanta emoción, que alma tan pura la del niño, que reconocimiento a un gran poeta,parece una biografía, que descripción de la casa de Neruda, impecable relato y excelente homenaje, muy conmovedor, tiene ritmo y está bellamente escrito, tremendo relato el tuyo, recreas muy bien el ambiente y para cerrar con broche de oro. “Adiós Poeta, adiós Don Pablo”.
Te felicito.
Saludos, y agradezco tu visita.