Lo amaba con fruición, era algo inevitable, un amor que superaba lo humano, un amor sin límites.
En un principio pensó que estaba loco, cómo él se podría enamorar de algo, pero la noticia que daba cuenta de la mujer que se había enamorado y contraído enlace con una estación de tren le dictó que él no era una excepción a la regla, todo lo contrario.
Además si se comparaba a ella podía deducir que lo suyo era distinto, era un amor de vida o muerte y por ese motivo él se veía en la obligación de resguardarlo para sí, era imposible compartirlo.
Para ello ideó un plan: bajó al sótano repleto de trastos viejos, los embaló y con mucha dificultad, los acarreó a la acera. El camión de reciclado se encargaría del traslado.
Volvió al lugar y decidió sellar la claraboya, no debía quedar ninguna abertura por mínima que fuera que permitiera escapar a su enamorado pues sabía que éste era muy escurridizo. Es más, ya lo había intentado en el baño y el experimento había fallado.
La perilla de la luz estaba rota, pero no necesitaba arreglarla, aún en la oscuridad podía poseerlo.
Le gustaba permanecer en simbiosis con él, volverse dos en uno, percibirlo como parte de su ser, sentir que dentro suyo estallaba en plenitud, lo inundaba, lo desbordaba. Era ahí cuando entraba en éxtasis.
Más que amor se había convertido en una obsesión, necesitaba su presencia las veinticuatro horas, su ausencia le significaría la muerte, pero ahora estaba seguro que ya no lo podría abandonar, quedaría por siempre resguardado en la bodega, convertida para él en un refugio de amor.
Pero una noche a la madrugada una fuerte tempestad estalló y el granizo perforó la claraboya del sótano.
Un grito de terror percutió en la oscuridad, después, solo silencio.
La enfermera ingresó corriendo a la Unidad de Terapia Intensiva y con sólo visualizar el rostro morado de Julián, comprendió que ya no respiraba.
No podía imaginar cuál había sido su último delirio. Desconectó la manguera que le pasaba oxígeno y lo cubrió.
El objeto del deseo, así, voló a mezclarse con otros aires, más libre y etéreo que nunca.
En un principio pensó que estaba loco, cómo él se podría enamorar de algo, pero la noticia que daba cuenta de la mujer que se había enamorado y contraído enlace con una estación de tren le dictó que él no era una excepción a la regla, todo lo contrario.
Además si se comparaba a ella podía deducir que lo suyo era distinto, era un amor de vida o muerte y por ese motivo él se veía en la obligación de resguardarlo para sí, era imposible compartirlo.
Para ello ideó un plan: bajó al sótano repleto de trastos viejos, los embaló y con mucha dificultad, los acarreó a la acera. El camión de reciclado se encargaría del traslado.
Volvió al lugar y decidió sellar la claraboya, no debía quedar ninguna abertura por mínima que fuera que permitiera escapar a su enamorado pues sabía que éste era muy escurridizo. Es más, ya lo había intentado en el baño y el experimento había fallado.
La perilla de la luz estaba rota, pero no necesitaba arreglarla, aún en la oscuridad podía poseerlo.
Le gustaba permanecer en simbiosis con él, volverse dos en uno, percibirlo como parte de su ser, sentir que dentro suyo estallaba en plenitud, lo inundaba, lo desbordaba. Era ahí cuando entraba en éxtasis.
Más que amor se había convertido en una obsesión, necesitaba su presencia las veinticuatro horas, su ausencia le significaría la muerte, pero ahora estaba seguro que ya no lo podría abandonar, quedaría por siempre resguardado en la bodega, convertida para él en un refugio de amor.
Pero una noche a la madrugada una fuerte tempestad estalló y el granizo perforó la claraboya del sótano.
Un grito de terror percutió en la oscuridad, después, solo silencio.
La enfermera ingresó corriendo a la Unidad de Terapia Intensiva y con sólo visualizar el rostro morado de Julián, comprendió que ya no respiraba.
No podía imaginar cuál había sido su último delirio. Desconectó la manguera que le pasaba oxígeno y lo cubrió.
El objeto del deseo, así, voló a mezclarse con otros aires, más libre y etéreo que nunca.
Soy nuevo en el grupo,de manera que espero que mis comentarios sean del todo constructivos.
En general,es un relato que se lee con un ritmo fresco, aunque es algo confuso.No llego a comprender muy bien si Julián está en el hospital o en el sótano de la casa de su enamorado.
Por lo demás,recibe mi enhorabuena.
Leí,releí y volví a leer… pero no logré encontrar cuál es el objeto del amor de Julián y tampoco entendí de qué va la historia. Hasta que el granito rompió la claraboya veo que hay un relato que plantea una intriga bastante hilvanado y esperaba que en el último párrafo dieras una sorpresa para el cierre de la historia, sin embargo, continuas con el ingreso de una enfermera en la UTI que no le encuentro su relación con el texto anterior. En cuanto a lo formal, unos detalles con las comas, que posiblemente sea cuestión de estilo.
Que pases lindas fiestas y espero continuar leyéndote el año que viene
Un abrazo
Gracias por leer y comentar.
Tu texto me ha gustado, creo que es muy poético por eso no sé si explicas el amor entre el moribundo y el oxígeno que le mantiene vivo. De todas formas, buen trabajo.
Nos leeremos el próximo año. Saludos.
Es un relato muy poético , he tenido que releerlo varias veces hasta entender que la relación amorosa es entre paciente y la máquina del oxígeno. En una primera pasada pensé que era con el agua pero después he atado cabos y es la conclusión a la que he llegado.
Buen relato.
Creo que la forma en que cuentas es muy buena e interesante, pero falta un final más claro, más revelador.
Éxitos y a seguir escribiendo!
Este, personaje solo se siente protegido en la oscuridad y con el tanque de oxigeno brindándole algo que es vital para él.
solo que una el granizo de una tormenta perforó su sostén de vida, o, así lo vio él en su delirio.
la enfermera fue la que lo encontró morado por la asfixia y sin vida.
Después de leer mis argumentos de entendimiento, cualquiera pensaría que yo ocupaba el cuarto vecino de aquel manicomio.
Cuando puedes despertar la imaginación de tan solo un lector aunque sea como yo, te aconsejo que sigas escribiendo.
Que estas navidades las pases feliz con todos los tuyos
Saludos y nos leemos en enero.
Gracias por pasarte por mi texto.
Atrapando como todos tus textos.
Enhorabuena.
Nos seguiremos leyendo el próximo año.
Saludos.
felices fiestas ,mi relato es el 65 nos leemos en el próximo
Con esto quiero decir que se me hizo demasiado confuso. Creo que vendría bien alguna frase que declarara que el protagonista está enamorado del aire.
Lo mismo al final se entendería mejor que ese enamoramiento es el delirio de una persona muy grave.
Pero de intentos valientes como el tuyo es que salen las historias fuera de lo común.
Me dio mucho alivio haber podido descubrirlo al final.
Te felicito por tu trabajo y tu imaginación.
Felices fiestas.
Tu relato me ha dejado patidifuso.
Al comenzar la lectura ya me imaginaba algo más gordo y más fuerte que el amor de la mujer que se había enamorado y contraído enlace con una estación de tren. Así que me preparé el cuerpo para lo peor.
Pero al leer: “…era un amor de vida o muerte y por ese motivo él se veía en la obligación de resguardarlo para sí, era imposible compartirlo”, también “sentir que dentro suyo estallaba en plenitud, lo inundaba, lo desbordaba”, o “necesitaba su presencia las veinticuatro horas, su ausencia le significaría la muerte” ya me estabas dando algunas pistas.
Después he entendido perfectamente el “amor” que puede tener una persona a esa máquina que lo mantiene sujeto a este mundo y a su entorno. Quizá me haya ayudado también, ver la imagen de mi hermana atada a una de esa máquinas durante muchas horas del día con la mascarilla puesta.
Pero está contada tan bien y con tanta intriga que merece un aplauso. A mi me ha costado alguna que otra vuelta atrás para entenderla pero ha merecido la pena.
“Un grito de terror “percutió” en la oscuridad”. Aquí me suena un poco raro emplear la palabra: “percutió”.
“Percutir”
Del lat. percutĕre.
1.Golpear algo, generalmente de manera repetida. Percutir un tambor.
En sentido figurado: “El látigo percutía sobre la piel”.
Espero seguir leyéndonos en futuros retos.
Aprovecho la oportunidad para desearte una Feliz Navidad.